Palabras: Fátima Poppe / Fotos: Sara Condado
Llegamos al barrio de Palacio, uno de los más castizos de la ciudad de Madrid, en el pleno casco histórico. El departamento de Dora Palomino Navarro y Diego Cendra Woodman se encuentra a pocas cuadras de la Plaza Mayor, del Teatro Real y de Opera. “Lo encontré porque trabajaba cerca. Como directora de arte, me toca recorrer varias calles en busca de materiales que luego utilizaré para alguna campaña o editorial”, cuenta Dora.
El edificio en la calle Segovia, tiene una vista privilegiada a la Catedral de la Almudena y al parque Emir Mohamed: “Estamos en pleno centro, pero parece que no tuviéramos vecinos, desde acá solo vemos los árboles y la catedral”. Cuando empezaron la búsqueda de una casa no tenían muy claro qué tipo de espacio querían, pero al entrar al edificio supieron que lo habían encontrado.






Los techos altos y los largos ventanales crean un efecto que potencia el espacio y la luz: “Si bien los cuartos no son tan grandes, tanto Diego como yo tenemos un espacio para trabajar”. La pareja se mudó a España hace cuatro años: “Él tiene familia catalana y a mi siempre me entusiasmó la idea de vivir en España. Elegimos Madrid porque tenía la mejor oferta académica para que él estudiara edición de cine; yo tengo un feeling muy particular con esta ciudad sobre todo por las películas de Almodóvar, los dos somos muy cinéfilos”, añade.
Cuando llegaron, Dora tuvo la idea de abrir Famas® en Madrid, el estudio que creó en Lima hace diez años, luego de vivir un tiempo en Buenos Aires. El curioso nombre lo eligió por los personajes del cuento Cronopios y Famas de Julio Cortázar: “Los `famas´ eran los más trabajadores, los más organizados y sentenciosos, me gustó ese arquetipo para pensar en mi estudio”.
Aún así, prefirió empezar a trabajar en un medio de comunicación para insertarse en el mundo audiovisual, lo hizo por dos años como directora de arte. “Después de la pandemia decidí volver de lleno a lo mío. Creo que es distinta la motivación con la que una trabaja, este proyecto es como mi bebé, hago lo que me gusta y con mucha libertad. Hacemos dirección creativa y trabajamos con emprendedores, galerías o directores de publicidad, es un sector muy dinámico”.





La oficina de Dora conecta directamente con su dormitorio, pese a la cercanía nos cuenta que logra abstraerse totalmente a la hora de trabajar. La repisa está llena de objetos que han ido recolectando a lo largo de los años. “Nuestras cosas son nuestros tesoros, he ido trayendo muchas de Lima porque me gusta vivir rodeada de ellas. También me vine con libros a los que les tenía mucho apego y que no quería dejar y acá hemos ido agrandando la biblioteca. Mi trabajo me demanda estar siempre en busca de cosas para distintas producciones, muchas veces me las quedo, así llegó la Venus y la bola de cristal, recorrer los rastros de Madrid es un verdadero placer”.
El espacio del salón y la cocina es el lugar favorito de la casa. Desde los balcones se ven los maravillosos atardeceres. “Muchas noches se convierte en el mejor bar de Madrid. Casi todo lo que hay en el salón son regalos de amigos que han ido llegado, la mayoría de los muebles vinieron con la casa, nosotros, sobre todo, hemos traído plantas”. Unos de los pasatiempos favoritos de Dora es hacer esquejes: “Mi planta favorita es la monstera, me encanta irlas reproduciendo, clonando… Ya están por toda la casa, las tengo en tierra y en agua”.






Al preguntarles si estarían dispuestos a volver a empacar maletas y mudarse, responden que aquí ya se sienten como en casa. “Pero tampoco nos preocuparía mudarnos a otra parte, yo no me cierro a nada, corro la ola”, dice Dora. “Nunca pensé que me mudaría a Madrid y acá estamos”.