Donde está el corazón

Fotos: Alejandra Vera

Un mes antes de dar a luz, Francesca García-Miró se encargó de su última mudanza. Con ocho meses de embarazo, llevó todas sus cosas a pie desde el piso en el que vivía, a unas cuadras de distancia, en el distrito de Retiro en Madrid. Las últimas semanas antes del parto, el nacimiento de su hija (que ya tiene un año y medio) y su postarto, la lactancia, el descubrimiento de la maternidad, y luego la pandemia… todo lo ha pasado en este piso. Aquí es donde ellas dos han estado juntas y solas en la cuarentena. Francesca asegura que esa experiencia ha marcado un antes y un después en su vida.

Es consultora creativa, relacionista pública y emprendedora. Quizá sea más conocida como “Drifting Nomad”, el nombre del blog que empezó hace 10 años para hablar de viajes, moda, música y comida, es decir, de todo lo que le apasiona. ¿Y por qué se considera una nómada? Debido a su familia, su infancia estuvo marcada por continuas mudanzas, incluso de país. A los 9 años se fue de Perú: desde entonces vivió en varias ciudades de Estados Unidos y el lugar donde más se sentía “en casa” era con sus abuelos en Lima. Pero lo que le faltó en raíces lo desplegó en alas: se mudó sola a los 19; a partir de los 23 vivió entre Nueva York y Madrid; ha vivido también en Miami, Connecticut, New Jersey e Ibiza, entre otros, y nunca ha dudado en embarcarse en alguna aventura que la lleve por el mundo.

“Me gustaba vivir aquí, ahí, en ningún lugar y en todas partes a la vez… Conocer a tanta gente por todo el mundo y experimentar tantas culturas, mentalidades y estilos de vida. Pero soy Cáncer, así que para mí el hogar y la familia son mi cable a tierra, lo más importante, así que siempre eché de menos la estabilidad. Me identifico mucho con esa letra de Drexler: Somos una especie en viaje / No tenemos pertenencias, sino equipaje / Vamos con el polen en el viento / Estamos vivos porque estamos en movimiento”.

Antes de esta última mudanza, Francesca estaba en búsqueda de luz, y la recibió por montones en este departamento que tiene cuatro balcones. Su estilo personal, su forma de vestirse, es simple pero con toques de color. Tiene mucho que ver con su forma de vivir sus ambientes: busca que transmitan paz, que no se sienta demasiado ruido, que sean prácticos y fáciles de limpiar.

Se esperaría que debido a sus múltiples viajes, su departamento esté lleno de decoración, objetos y suvenirs de los distintos países en los que ha estado. Pero, en realidad, tiene muy pocas cosas. Explica que se ha desapegado de lo material, lo único que guarda son recuerdos, fotos y unos álbumes gigantes forrados en cuero que su mamá le hizo desde el día que nacío… Si le pides elegir una pieza especial que no podría dejar atrás, Francesca escoge sin dudarlo un pañuelo que le regaló su abuelo en una de sus infinitas despedidas en el aeropuerto Jorge Chávez.

Ama lo cotidiano, “los placeres simples de la vida”, y los aprovecha mucho en este depa. Le gusta comer con su hija, su rutina de ducharse juntas, o jugar antes de dormir… Dice que es feliz con un plan de peli, mantita y pizza, pero si está inspirada se anima a cocinar algo rico. Durante su embarazo le dio antojo de tequeños peruanos, y ahora se compra la masa de wantán, el queso y le quedan “espectaculares”. A pesar de que tiene varios balcones, durante el confinamiento usó uno en especial, el de la sala: era su libertad. Por ahí salía todas las noches, a las ocho en punto, a aplaudir con su bebé. Observar a su hija animar sin entender lo que pasaba, feliz de ver a los vecinos y compartir el entusiasmo… le hizo entender lo importante que es agradecer por todo. Incluso por los retos.

Además del blog, en la cuarentena concretó dos proyectos: “Más con menos”, un servicio que fusiona asistencia de organización y coaching, en la que no solo enseña a ordenar el espacio sino la mente; y “Damas sin dramas”, una propuesta muy interesante que aborda la necesidad de cuidar la salud mental y, a la vez, de crear un espacio femenino. Francesca organiza charlas mensuales sobre temas como el amor propio, la relación con la comida, el poder de la mente, sexología, y más, con profesionales (como psicólogas, coaches y distintos tipo de terapeutas) e invitadas especiales, «para ayudar y guiar», aportando más información y distintas herramientas.

Si algo le enseñó una vida de cambios, despedidas e inicios, es adaptarse a todos y a todo. Tiene una visión del mundo muy abierta y aprecia la riqueza que hay en la diversidad y en lo diferente. Tiene amigos y conocidos en cada ciudad a la que va, y ha podido trabajar y “llevar a cabo” sus sueños gracias a ellos. El mejor regalo de vida, asegura, ha sido la calidad humana de la gente tan variada con la que se ha cruzado.

¿Y qué le gustaría transmitirle a su hija sobre su forma de ver el mundo? “Me gustaría que se sienta libre de explorar, de conocer, de ser ella… Libre pero apoyada, acompañada y querida incondicionalmente. Después de todos estos años, es con mi hiija que vuelvo a sentirme ‘en casa’, y entiendo que mi hogar puede estar donde sea que esté ella. Y quiero que ella sepa que siempre estaremos juntas, pero que su casa está donde ella sea feliz”.

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