Paraíso personal

Palabras: Alejandra Nieto / Fotos: Camila Novoa

Rocío Florez pasa los veranos en Lima y el resto del año vive inmersa en la vegetación del bosque nuboso de Cocachimba, en la región Amazonas. La fundadora y directora del hotel Gocta Natura Reserve es una activa defensora de la naturaleza y la biodiversidad de este maravilloso destino peruano del cual se enamoró hace casi 15 años. Si bien le resulta difícil decidir cuál de las dos locaciones es su favorita, estos últimos meses está disfrutando especialmente su estadía en Lima.

Acaba de mudarse a su nuevo departamento en Sáenz Peña. “Estoy fascinada. Me cuesta irme a Amazonas, con eso te digo todo”, responde Rocío sobre su nuevo espacio, que marca su regreso a Barranco, distrito donde vivió de niña y donde siempre imaginó regresar. Cuando vio el nuevo edificio de Armando Paredes algo se despertó en ella. “Lo vi y me dije ‘es momento de volver’”, cuenta sobre ese amor a primera vista por un espacio que se veía bonito y moderno, pero que también le despertó cierta nostalgia por esa ciudad de su niñez.

Han pasado unos meses y Rocío ya está asentándose en este segundo piso con vista a la calle. Nunca será difícil adaptarse a un lugar acogedor y lleno de luz. Este nuevo departamento lo ha pensado y adaptado especialmente para que vivan dos, ya que cada uno de sus hijos cuenta con sus propios espacios. Por eso, el proceso de mudanza implicó ordenar cosas que había tenido guardadas durante años. “Una suerte de limpieza: botas, cargas y renuevas”, explica.

Renovar es la palabra clave. La mesa central de la sala ha recobrado su color original, el mismo que han adoptado las sillas y la mesa del comedor. El esquinero es herencia de su mamá y se notaba antiguo hasta que decidió pintarlo de un azul verdoso y claro. El mueble rojo que hoy se ve en la terraza solía estar en su habitación, pero cuando lo trajeron pensó que no había mejor lugar que afuera, así que ahora es un bar.

La terraza es su espacio de lectura y desde donde disfruta del barrio barranquino. Muchos de los adornos de este espacio también pertenecieron a su mamá, algún otro es regalo de sus nietos. Las plantas las heredó de su hijo menor, que se ha mudado a Australia. “Ellas andan fascinadas, están que se van en brotes”, comenta Rocío, quien no puede ocultar su amor por la observación de la naturaleza.

Su hogar en Amazonas también está presente en el nuevo departamento a través de la paleta de colores. Los cojines del comedor son una buena síntesis de la gama usada tanto allá como acá: verdes, rojos y azules, que se repiten hasta en el arte de la casa, que es de artistas como Nader Barhumi, Carolina Bazo y Gam Klutier. Además, un camino de diseño amazónico define la mesa del comedor. Jane Artisans, proyecto que reúne el trabajo de diferentes comunidades de la selva peruana, la acercó al arte popular desde una perspectiva nueva: el conocimiento profundo de lo que hay detrás de cada objeto y cada artesano.

“Es el complemento perfecto para la vida en Gocta”, reflexiona Rocío. Su trabajo, que es tanto recibir visitantes como participar en la conservación de los bosques, la mantiene en un espacio natural privilegiado, pero aislado. Barranco la devuelve a una vida de barrio, donde puede pasear, cruzarse con alguien conocido en la calle y tener a su familia y amigos cerca.

En un lugar así, puede seguir muy consciente de la naturaleza: están la cercanía del mar, las buganvillas, las aves del vecindario. Como los colibríes que suelen visitar el árbol frente a su terraza. Al final, el paraíso está en uno.

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