Palabras: Rebeca Vaisman / Fotos: Camila Novoa
Siempre tuvo la inquietud de decorar sus casas de una manera diferente. Simonetta Cortina ha vivido en muchos lugares, y aunque no se esforzaba conscientemente por tener un estilo, sí tenía claro lo que quería lograr: rincones divertidos, que no sean convencionales. Ella nació en México, llegó a Perú con siete años para hacer todo el colegio, regresó a México para estudiar la universidad; después ha vivido en China y, con su esposo, en España y en Francia. La pareja decidió asentarse en Lima en el 2015, con su primera hija recién nacida. A lo largo de su vida, Simonetta ha dejado muchas cosas atrás pero también ha aprendido a llevarse lo más importante consigo.








La pareja estaba viviendo junto al mar de Lima, cuando a Simonetta le avisaron que un departamento en el edificio contiguo al cual ella había crecido –un depa cuyo interior, de hecho, había llegado a conocer cuando era chica–, se había liberado. El dúplex daba la sensación de ser una casita dentro de un edificio y tenía detalles de diseño como los escalones para bajar a la sala. Simonetta lo tomó.
Para ese entonces, ya había nacido su segunda hija. A pesar de que la casa nueva les encantó y tenía feeling, había muchas cosas que querían cambiar. Lo más importante: abrir la terraza que era techada. Tener un espacio exterior era una prioridad para Simonetta y su esposo Andrés: ellos habían vivido en Sevilla, que tiene una luz radiante. De hecho, Simonetta siempre ha vivido en ciudades con luz muy bonita, así que necesitaba incorporar eso en este depa. Una decisión importante fue cambiar la lavandería y convertirla en un jardín. Arriba, en la segunda planta, cambiaron las ventanas que dan a la parte de atrás por otras de cristal más transparente. Todo eso hizo que la luz entre por los dos frentes del depa.
Cambiaron la cocina, los baños; hasta las puertas de madera que se sentían antiguas. Diseñaron una chimenea en la sala, coronada por unas repisas largas y macizas. En el transcurso de estas transformaciones, nació la tercera hija de Simonetta. Aún así, ella siente que la casa y sus espacios siguen en proceso. Y es que mucho más ha cambiado en este tiempo.






Simonetta estudió agronegocios y a eso se dedicaba. Vivían en España y cuando Andrés, que es psiquiatra, tuvo que hacer su residencia, se mudaron a un pueblo en Borgoña, Francia. Simonetta tenía ocho meses de embarazo. Recuerda que no había nada en el pueblo, más que una tienda de decoración que le parecía hermosa, y en la que paraba casi a diario. Sandrine se llamaba la dueña, y todo lo que tenía en su tienda a Simonetta le encantaba. Más que eso: le atraía el espacio como tal y la idea de montar un negocio así. Antes de eso, nunca se le hubiera ocurrido trabajar en nada relacionado a la decoración, aunque Simonetta siempre se ocupó de que sus casas tuvieran “algo”. Le importaba más eso que pensar en cosas como qué ponerse. Siempre prefirió comprar algo para su casa que para ella.
En Lima no encontraba al 100% lo que buscaba. Había cosas lindas, pero no terminaban de encajar con su idea o con el ambiente. En paralelo, sus papás tenían problemas con sus alfombras de sisal en la playa, que se mojaban y se llenaban de hongos, así que Simonetta decidió buscarles algo online. Encontró una marca sueca de alfombras hechas con material reciclado, que se podía mojar, recibir el sol, meter a la lavadora… y además venían en estampados y colores entretenidos. Un par de personas, al verlas, le comentaron que le encantaría comprarlas… Y eso la motivó a fundar Färg, una propuesta de decoración distinta que trajera nuevas marcas –nuevos colores– a Lima.
“Me di cuenta de que era difícil encontrar en Lima un sitio así, en el que puedes encontrar objetos de decoración, adornos, un regalo, o algo funcional con estilo para tu casa. Son más comunes las tiendas de muebles y hay muy poca decoración, un sitio donde encontrar una lámpara linda, algo para tu pared, alfombras o hasta una cartuchera, todo en el mismo espacio. Empecé trayendo las alfombras y tuvieron éxito. Aunque hacía pop ups de vez en cuando, entendí que necesitaba un espacio físico para que la gente las vea y las toque”.







El showroom de Färg iba a estar listo para abrirse en marzo del 2020… justo cuando llegó la pandemia. Claro que hubo un momento de incertidumbre, pero Simonetta decidió esperar. Cuando hubo permiso para hacerlo, abrió con citas previas, y finalmente a finales de ese año pudo mostrar la tienda tal como se la había imaginado: con una curadoría de marcas eclécticas, divertidas, contemporáneas y bastante más arriesgadas que la mayoría de las tiendas en Lima.
Färg significa “color” en sueco. Lo encontró de casualidad cuando buscaba una palabra que le suene bien para nombrar su proyecto, y es muy loco que haya coincidido tanto con el espíritu de la marca. Y es que Simonetta piensa en Färg como “un sitio moderno en el que siempre puedes encontrar algo más relajado y un poco atrevido, que cae bien en cualquier lugar de tu casa”. Simonetta se ha dado cuenta que algunas personas tienen ciertos prejuicios sobre el color, como si fuera un limitante: se enamoran de una silla azul, pero le comentan que no sabrían dónde ponerla, “porque no tienen nada azul”. Le pasa mucho con las alfombras: llega alguien buscando un color entero, ve los estampados increíbles de la tienda, “se la lleva para probar en casa y se da cuenta que los patrones y la mezcla funcionan”.





El depa de Simonetta es el mejor ejemplo de esto. Ella no busca una elegancia típica. Le encanta la mezcla, la variedad. Combina piezas de anticuarios de Lima con las lámparas que compraron en Francia o el wallpaper que a Simonetta le encanta y que también ha incorporado al catálogo de la tienda para animar sus clientes a hacer nuevas composiciones. Y gracias a la experiencia de haber mandado a hacer su mesa de comedor redonda y unas mesitas auxiliares para la sala, va a lanzar una línea de mobiliario propia.
“La casa cambió mucho desde que hicimos Färg. La tienda abrió mi mente. En mi terraza, por ejemplo, que estuvo sin muebles mucho tiempo porque no encontraba qué poner, pensaba colocar una mesa de madera… Buscando marcas para Färg me di cuenta de que quería algo más divertido y de un material que, además, no se malogre, que aguante. Acabé con esta terraza de muebles en rosado y verde que nunca me hubiera imaginado combinar. De alguna manera, mi necesidad la trasladé a la tienda, hay una retroalimentación. La mezcla de colores, marcas y texturas que tenemos en el showroom me animó a buscar algo más arriesgado para mi propio depa. Ahora definitivamente tiene más color que antes”.







Simonetta piensa qué se llevaría si le toca otra mudanza: las lámparas, las máscaras que tiene en la pared y los cuadros, de seguro. Sabe que le costaría irse de esta casa. De las otras le costó menos, quizás porque nunca sintió que serían para siempre. En este depa han trabajado tanto, en todo sentido, para tenerlo como está. Y aún así, siente que no está terminado: todavía tiene pendientes varias renovaciones, como el papel tapiz del baño de invitados o la pared de la cabecera de su dormitorio. Mientras más marcas, novedades y diseño descubre, más se da cuenta de que las transformaciones importantes no se detienen nunca.