Un espacio a la vez

Palabras: Jimena Salas / Fotos: Hilda Melissa Holguín

El día que se mudaron, solo tenían una tarima y un colchón. Por suerte, llegaron los padres de ambos con algunas cosas básicas (como ese juego de sábanas que conservan hasta ahora). No había internet, no tenían gas, ni terma. Esa noche, los contenedores grandes en los que transportaron la ropa tuvieron que hacer las veces de veladores.

La influencer y creadora de la exitosa plataforma de contenidos Dolce Placard, Diana –más conocida como Didi– Ibarra, y su esposo Jaime Sotomayor se habían casado en julio del 2019, y en agosto, justo antes de irse de luna de miel, se instalaron en su nuevo hogar. Así empezaron, con apenas algunas pertenencias, pero mucha ilusión y planes. Desde el inicio, los amigos de Didi le dijeron que seguro toda la casa acabaría pintada de rosa, su color favorito, y que su colección de muñecos de Disney abarrotaría hasta la última repisa. Pero ella siempre supo que no sería así. “No quería que Jaime sintiera que era mi cuarto extendido por toda la casa”, cuenta sonriente, tan espontánea y divertida como en sus reels.

Pasados dos años, el departamento ha ido tomando forma, adecuándose a las preferencias y necesidades de ambos. Y de sus dos perritos, por supuesto. La joven familia ha tenido algunos retos en el proceso; afrontarlos uno a uno ha sido la mejor solución. En casa, la primera misión fue delimitar los ambientes. “Las áreas no son muy grandes, pero sí están bien distribuidas. Por eso era muy importante marcar las circulaciones y aterrizar los espacios con alfombras”, explica Didi. Como arquitecta de profesión, conoce bien todos los tips para aprovechar y disfrutar al máximo de cada rincón. Y es que, aunque la vida acabó conduciéndola por otro rumbo, la arquitectura la divierte e incita su creatividad.

Después de las alfombras, vendría el sofá, ya que el área social es la que más comparten, fuera de la habitación. Por eso, hasta que llegara el momento de encontrar la mesa de centro ideal, Didi optó por colocar en medio de la sala una mesa lateral, pensando en esto como una solución provisional. Sin embargo, avanzaron los meses y, de pronto, se dio cuenta de que no necesitaba reemplazarla por una “verdadera” mesa de centro. Añadió una segunda mesita, luego una tercera y, así, obtuvo un juego de alturas, colores y texturas que hoy, simplemente, le encanta. Las butacas que más adelante mandó a hacer son densas, voluminosas, en un contraste perfecto con el aspecto ligero del resto del mobiliario.

Como no tuvieron comedor por varios meses, crearon una rutina de sentarse en el sofá para conversar o ver televisión mientras comían. De ahí que la sala, conectada con la cocina americana, es uno de los puntos nucleares de su depa. Hoy, que ambos trabajan desde casa, sin importar cuán recargados estén de obligaciones, se hacen el tiempo para desayunar, almorzar y cenar juntos. Y justo después del almuerzo, es inevitable robar unos minutitos al reloj para pasar un momento de relax junto a Mister y Fiona, sus dos hijos perrunos.

Luego de compartir en sus plataformas digitales los detalles de su nuevo hogar, la pregunta de rigor que surgió de la gran comunidad de Dolce Placard fue: ¿qué hizo Didi para que el clóset compartido no se convirtiera en su peor pesadilla? Como siempre, ella pensó en todo, paso por paso. Lo primero fue rediseñar todos los armarios del departamento para optimizar el espacio de almacenamiento. Y segundo, convertir el estar familiar en una suerte de oficina y walk-in closet de ensueño: así nació el Dolce Studio.

Esta mágica combinación de escritorio-clóset-tocador alberga un sinnúmero de carteras, zapatos, vestidos largos y accesorios de todo tipo. Es el centro de operaciones de Dolce Placard, podría decirse, y, además, un tema de interés para sus cientos de miles de seguidores. Durante la cuarentena, sin embargo, cedió parte de su territorio a Jaime, para que él pudiera trabajar con comodidad. Ahora, finalmente, han adecuado la habitación secundaria como área de trabajo de Jaime, para que ambos tengan total independencia. Solo que, nuevamente, se trata de una solución provisional, ya que ese cuarto está destinado a recibir al Dolce Baby en un futuro no muy lejano.

El nivel de organización de Didi es tan impresionante como su armario. Cada mañana se despierta, hace el desayuno, procura dedicar un tiempo a hacer ejercicio –“no lo hago todos los días, pero trato” – y a las nueve ya está arrancando la jornada laboral. Según su cronograma envidiablemente estructurado, tiene un día para reunirse con miembros de su equipo, otro de grabación, otro para fotos, así como tiempos medidos para mandar correcciones o hacer encuentros de planificación. Y todo esto viene orquestado con su dinámica casera: “Cuando grabo, se lo agendo a Jaime en nuestro calendario para que no coincida con sus reuniones. Tenemos eso programado también”. Por la forma cómo lo dice, realmente todo parece realizable y hasta sencillo.

“Soy bien organizada y tengo todo planeado. Pero no siempre sigo el plan. Hay veces en que digo: ‘Ay, esto me da flojera; lo puedo hacer más tarde o mañana. Me doy momentos porque necesito tiempo para mí. La vida es un balance”.

Tal vez por eso se toma con calma la constitución de su nido. Sabe que siempre hay algo en proceso: un mueble para el dormitorio, un pequeño biohuerto en la terraza, el futuro cuarto del bebé… Pero disfruta de tomarse el tiempo para concentrarse en lo que está haciendo, a la vez que dosifica sabiamente su presupuesto. “Paso a paso”, repite, inconscientemente. Quizás, sin darse cuenta, ha hecho de este, su mantra.

Vivir detenidamente cada etapa le ha servido para entender que está en el lugar correcto. Mucha gente le dice: “Si retrocedieras en el tiempo, ¿te gustaría estudiar Comunicaciones?”, y ella responde completamente segura que no. “Quizás no estaría donde estoy ahorita si no hubiera estudiado esa carrera, si no hubiera estado en ese momento, si no hubiera conocido a las personas que conocí ni hubiera tenido las experiencias que me hicieron ser la persona que soy”.

Abierta y franca como es, no ha ocultado a sus seguidores ni a nadie que este tiempo de la pandemia ha sido difícil para ella por muchas razones. Pero hay algo que le dice que las cosas están por cambiar. Eso la llena de entusiasmo, se le nota en los ojos. Y así, mientras continúa el proceso de vivir un día a la vez, espera con confianza y curiosidad a que la vida la lleve, una vez más, al lugar correcto.

A %d blogueros les gusta esto: