Composición propia

Palabras: Romina Herrán / Fotos: Hilda Melissa Holguín


Víctor Vera dice que nació “con la música en las venas”. El artista y productor de eventos y conciertos tiene un departamento que lo confirma. Llegó a este edificio miraflorino hace unos ocho años. Desde entonces, técnicamente el espacio se divide en su estudio y sus ambientes personales. Aunque, en la práctica, no hay separación alguna.

Al ingresar, las alfombras orientales marcan el camino hacia la sala o el estudio. En el primer ambiente, hay un sofá gris, donde Víctor suele relajarse y escuchar jazz; una lámpara roja, una mesa de centro estilo industrial y un adorno de un avión en metal, esos dos últimos, regalos de su tío, el cantante Salim Vera.

El estudio es el área donde tiene sus instrumentos, como el teclado y el bajo, y la consola con la que da los servicios de grabación, producción, mezcla y edición para otros artistas. En las paredes y en el techo tiene paneles difusores y absorbentes de audio para ciertas frecuencias, que él mismo instaló. Además, Víctor abrió una ventana con tapa, para poder insonorizar el lugar.

En la cocina, pintó las repisas y cambió las manijas de la carpintería. No es solo donde cocina y come —últimamente se le ha dado por la quinua y las ensaladas, para cuidar la salud—, también es el lugar para sentarse a leer, porque le encanta la luz que entra por la ventana. Víctor se prepara un té o un café colombiano y se queda un rato con un libro — por estos días, está inmerso en “Supremacía cuántica” de Michio Kaku—. En las paredes pueden verse fotografías de paisajes que fueron un regalo de la agencia Circus, en la que trabajó casi 15 años.

En el pasadizo hay una impresión de Los Ramones y una estantería con discos —sobre todo, de rock e indie—, pedales de guitarra, un parlante y libros, como los del inversor Benjamin Graham y “El toque de Midas” de Robert Kiyosaki y Donald Trump, porque, entre los proyectos para el futuro cercano de Víctor, está abrir un par de negocios. El orden es indispensable para él. “El minimalismo te permite el orden, y el orden es importante para la estructuración de una persona y su vida”, dice, y asegura que esto lo aprendió en todo este tiempo viviendo solo desde los 20 años.

Comparte el espacio con su gatito Sam —llamado así por un personaje de “Karate Kid”— que rescató de la calle, exactamente del Parque Kennedy, cuando tenía apenas días de nacido. El departamento tiene dos dormitorios. En el medio del pasadizo está el Rec Room, el cuarto donde los músicos que contratan sus servicios graban la batería, el bajo, la guitarra, la voz y otros instrumentos. Al final de todo está su habitación, donde duerme con Sam y ve televisión antes de dormir.

Hay muchas cosas que lo tienen contento sobre este depa. Vive a unas cuadras de su mejor amiga, en una buena zona para salir a correr —algo que practica desde hace unos 16 años— y cerca al malecón. Le pone contento también lo que muchos amigos y colegas le comentan, cuando llegan a visitarlo: “Siempre me dice que la vibra es increíble”, cuenta Víctor. Y en ese tono es como le gusta vivir.