Palabras: Alejandra Nieto / Fotos: Hilda Melissa Holguín
Henry Gates, publicista, director del estudio creativo Zeppelin, músico y coleccionista. Paloma La Hoz, comunicadora, poeta, música, mamá de Nicolás. Nicolás, 18 años, también coleccionista. Dos artistas y un adolescente se mudan juntos a un departamento ubicado exactamente a una cuadra de sus dos departamentos anteriores, formando un triángulo entre los tres espacios. Es más pequeño de lo que buscaban, pero están convencidos que era el que necesitaban.





Las vibras de la casa coinciden con las de la conversación entre dos personas que se entienden y saben complementarse. Henry dice bromeando que es porque ella es Aries y él es Virgo; Paloma explica que se han pegado con reels astrológicos esta semana.
“Ya nos conocíamos, pero empezamos a salir en pandemia, con toque de queda y todo. Lo que pasó fue que yo necesitaba un carpintero y escribí en el “Buen Dato Barranco”, y Henry me dejó un mensaje”, resume Paloma. Sin lugares a dónde ir, cuando se juntaban era en sus casas para ver películas o videos de música en Youtube, “de todas las épocas, de todos los estilos”. A estos primeros momentos hay que remontarse para entender la composición del departamento que ahora ocupan juntos, ya casados: ecléctica pero equilibrada.
Para Henry, la sala tiene que ser el lugar de juegos. Así, el tornamesa y la colección de vinilos son las piezas centrales del ambiente y del hogar. La computadora va conectada al equipo de sonido para poder escuchar Spotify. La pareja conforma, además, el dúo Thank you Lord for Satan, que editó su primer disco homónimo a finales del año pasado. Y esta es una evidente casa de músicos, donde suena indistintamente Gorillaz, Lou Reed, Billie Holiday, The Beatles, Chopin y el nuevo disco de Beyoncé, que Paloma encuentra espectacular.






El tornamesa es una pieza de colección: un Marantz 6300 de 1977, año en el que Henry nació. El mueble que lo sostiene lo diseñó él con la ayuda del carpintero que le recomendó a Paloma aquel día que se reencontraron por Facebook. “I’m Not in Love” de 10cc es quizás la canción que más han bailado juntos, aunque compite con otra que en una parte dice “El perreo intenso está por comenzar”, justo la frase que Paloma mandó a bordar en un cuadro para Henry.
Ella nunca había tenido una televisión en su casa porque a nivel decoración le parecía “un hueco negro vacío” y prefería usar su laptop. Lograron un consenso: en la sala tienen uno de esos televisores que se disfrazan de cuadro. La imagen elegida por ambos (y a la que siempre vuelven al rato de probar cualquier otra) es La gran ola de Kanagawa, de Hokusai. Así, el aparato se camufla en la pared llena de posters, prints, dibujos y plantas.
Los espacios son muy de los dos. Junto al tornamesa están las cámaras polaroid de Henry. Al lado, un pez de vidrio que Paloma heredó de su abuela. Ella ama los objetos de vidrio en general, pero sobre todo aquellos que “se ven huachafos y antiguos”. En ese sentido tienen gustos dispares: él ve en las antigüedades oportunidades de renovar, a ella le gusta un estilo que exprese su edad. Sin embargo, se reencuentran perfectamente: como con esa lámpara de vidrio que encontraron en Surquillo y que fue el primer objeto que ambos, con sus gustos a veces distintos, quisieron a la vez. Lo recuerdan como un “momento simbólico”.





Los abuelos de Paloma murieron relativamente jóvenes y sus objetos son una fuente de recuerdos. Dos muebles antiguos fueron pintados de un verde claro para ir más a tono con el resto de la sala; un par de platos de vidrio, también heredados, han sido perfectamente enmarcados para mostrar toda su complejidad. Están planeando crear una pieza de vidrio hecha a partir de todo aquello familiar y querido que no sobrevivió a los accidentes cotidianos.
El comedor está definido por sillas estilo Cesca retapizadas y por una lámpara sueca de los años setenta, parte de ese futurismo del pasado tan suntuoso de ver. De la lámpara pende un móvil del que cuelgan fotos de una fiesta de cumpleaños que celebraron en casa.
Hay dos cuadros de Rodrigo La Hoz, hermano de Paloma, así como tres fotografías de la serie “Edificios flotantes”, creada por Henry. También hay un par de bordados con palabras que rozan la lisura, el tipo de mezcla entre diseño tradicional y sentido del humor que parece definir el espacio.




“Durante 6 años viví en una casa cuyo patio colindaba con el de un nido y cada día me caían juguetes. Algunos me tocaban el timbre para recogerlos, otros no. Los fui guardando en estanterías”, cuenta Henry sobre las figuras que ahora se lucen en un estante blanco en la salita de estar. A esas se suman a figuras de series que veía cuando era niño, como Mazinger Z o Robotech, que también colecciona. Paloma se queja en broma de los muñecos, pero luego muestra el coleccionable de Gorillaz, regalo que le hizo a Henry para su primer cumpleaños en el departamento en común. Y luego le fue regalando más.
Algo que los convenció sobre este espacio fue que hay un baño en cada una de las tres habitaciones, en la de Nicolás, en la de ellos y en el pequeño estudio donde terminaron de grabar el disco de su banda. Ahí, sacaron la puerta de los armarios para hacer espacio para los equipos de música.
Henry encontró un gusto por las plantas y todas las que tenía en su depa anterior se han adaptado a este, incluyendo el ficus lyrata que parece querer salir por la ventana, pero que en realidad solo está buscando aire. Paloma cuenta que ella no tiene ese don. Recuerda que una vez, cuando vivía solo con Nicolás, quiso comprar una y su hijo le pidió que no lo hiciera por el bien de la planta.




Una cosa linda de la casa en la que ambas coinciden es en lo bien que se sintieron desde que llegaron. “Hemos dormido bien desde el primer día. Comentamos eso, me acuerdo. Cuando te mudas, dejas el lugar al que estás acostumbrado, y las primeras noches suelen ser difíciles. Pero acá no. Desde la primera noche hemos dormido rico, rico.”
