Estética de transformación

Palabras: Fiorella Iberico / Fotos: Hilda Melissa Holguín

El departamento de Noe Bernacelli y Edgardo Amesty es un testimonio de las pasiones, sensibilidad artística y visión del mundo que comparte la pareja. En poco más de tres años, este espacio ha evolucionado de un sobrio esquema en blanco y negro a un hogar lleno de carácter, enriquecido con acentos de color y detalles vinculados a los cambios y desafíos de su vida en común.

Antigüedades, obras de arte y una gran colección de plantas dominan el ambiente, creando un espacio único que narra las vivencias de la pareja. La decoración resuena con los desafíos —la enfermedad de Noe, quien superó el cáncer en el 2024; la partida de su primer perro— y las transformaciones que ha experimentado la pareja, así como las emociones que los momentos importantes —buenos y retadores— han dejado a su paso.

“Antes, hasta las orquídeas eran blancas”, confiesa Noe. Su colección de estas flores, que ya suma 70 ejemplares, es una de las grandes pasiones del conocido diseñador de modas. El encargado de su cuidado es Edgardo, quien, poco a poco, ha aprendido a comprenderlas. Aunque hermosas, las orquídeas demandan dedicación y atención constante. Hoy, cada visita a un vivero es una excusa para regresar con dos o tres nuevas adquisiciones.

Las antigüedades son su obsesión. “Viviríamos en un anticuario o un mercado de pulgas”, admite Noe. Muchas de las piezas que decoran el departamento tienen un significado especial, ya sea por su historia o por su procedencia. Algunas, como el imponente espejo de gran formato en la sala o ciertos bustos, son herencias familiares que el diseñador ha recibido. Otras han sido escrupulosamente adquiridas a lo largo del tiempo.

Una reciente incorporación a su colección tiene un valor sentimental especial: un biombo de más de 200 años, hecho de marfil y madreperla con incrustaciones de nácar, regalo de su querida amiga, la modelo Maple Sam. Antes de su luna de miel, Maple y su esposo invitaron a Noe y Edgardo a cenar y los sorprendieron con este regalo. La pareja ya había visto el biombo en un anticuario, un lugar que los recién casados conocieron gracias a ellos. Aunque habían separado la pieza, Maple y su esposo se adelantaron y la compraron como regalo para Noe y Edgardo. Están fascinados por el objeto, tanto porque es tan poco común, como por su belleza y la inesperada y cálida historia de cómo llegó a ellos.

El interés por lo distintivo y lo especial también se refleja en la pasión de Noe Bernacelli por las serpientes. Él mismo lo admite: “es mi animal tótem, lo amo con locura”. Edgardo lo conoció rodeado de serpientes, tres en total, y ahora son cinco. Noe las lleva tatuadas en su cuerpo como símbolo de su conexión, y también las ha integrado en su entorno, como en la manta que adorna su sala. Para él, las serpientes son una representación de su visión personal y un reflejo de su respeto por lo singular y lo diferente.

La pareja comparte gran respeto por el trabajo de Akira Chinen, cuyos retratos fragmentados aportan un toque moderno y emocional al espacio. Estas obras no solo enriquecen el ambiente, sino que reflejan la conexión de Noe y Edgardo con el arte contemporáneo, al mismo tiempo que reafirman su visión estética.

Además de ser un refugio creativo, el departamento es un epicentro social. Les encanta recibir a sus amigos. “Lo genial es que se adapta muy bien a nuestro estilo de vida”, comentan. Todo comienza en la barra, sigue en la sala y culmina en la terraza, donde las conversaciones pueden extenderse hasta la madrugada. Entre salir o quedarse en casa, prefieren lo segundo. Lo suyo es recibir visitas y ser anfitriones, acompañados por su perro Antoine.

La combinación de blanco y negro sigue siendo su favorita. Para Noe, como diseñador, y Edgardo, como fotógrafo, los tonos neutrales representan calma y coherencia, el equilibrio necesario para que su creatividad fluya sin restricciones. “Necesitábamos un espacio que transmita serenidad y cohesión, algo que, sin importar dónde estemos en el depa, nos haga sentir que todo está conectado y en armonía”, explican. Sin embargo, la reciente incorporación de colores muestra una apertura hacia la evolución. Deja adivinar un momento de transformación.

La pareja siente que este departamento ha cumplido un ciclo. Con numerosos objetos almacenados en un depósito por falta de espacio —que para ellos son como historias en la espera de ser contadas plenamente—, y el deseo de contar con un ambiente dedicado puramente a las fotografías de Edgardo, el cambio se hace inevitable y próximo.

Cambiar de espacio representa para ellos mucho más que una mudanza: es un cierre simbólico y necesario, una manera de dar paso a una nueva etapa. Noe y Edgardo desean vivir este cambio juntos, acompañados por Antoine, como una reafirmación de su unión y el inicio de un capítulo lleno de posibilidades.