Ritmo interior

Palabras: Fiorella Iberico / Fotos: Camila Novoa

Amplitud, luminosidad y calma es lo primero que uno siente al ver el departamento de Juan Carlos Hurtado en Nueva York. Este peruano que radica ahí desde el 2014, ha vivido en depas de todo vuelo desde que aterrizó en la ciudad. Sin duda, todos más pequeños que el actual y cada uno muy diferente al otro.

Llegó para estudiar en la New York University y terminó haciendo tres carreras porque no se pudo decidir por una: Ciencia de datos, Producción de cine y TV, y Finanzas. Esta última es la que ha desempeñado los últimos cuatros años. Juan Carlos trabaja como asociado en una compañía de fondos de inversión que destina capital al mercado de bienes raíces. Los fines de semana, en sus tiempos libres, trabaja como fotógrafo haciendo retratos.

Para él, muchos migrantes que se instalan en una ciudad como Nueva York pasan por un proceso de búsqueda del espacio ideal. Con un mercado inmobiliario extremadamente acelerado con los alquileres (todo vuela en dos o tres semanas de anunciado), y que compromete muchos otros factores, a Juan Carlos le tomó casi 9 años llegar al departamento donde vive hoy: una verdadera joya en Brooklyn muy cerca al puente, ese símbolo potente de Nueva York.

Se trata de un barrio histórico y bien ubicado. Por su antigüedad, los inmuebles tienen valor arquitectónico y cultural, por lo que se encuentran protegidos y no se pueden intervenir sus fachadas ni su estructura. Así que el edificio donde está el departamento de Juan Carlos mantiene ese atractivo estético y encanto particular debido a su edad y sus características. Los arrendatarios ven estos edificios como lugares especiales, que añaden carácter y belleza a la zona. 

El depa tiene dos habitaciones, sala, comedor y cocina. El segundo dormitorio ha pasado a ser el miniestudio de fotografía de Juan Carlos y también una zona para home office. “Es un privilegio tener un lugar destinado para hacer trabajo remoto en una ciudad donde los departamentos tienen poco metraje”, confiesa.

Más allá de su amplitud, algo bastante peculiar sobre esta propiedad es la iluminación de la que goza, ya que apunta tanto al este como al oeste. La habitación principal se encuentra hacia el este, así que Juan Carlos se despierta con el sol entrando por su ventana. En el caso del comedor, este tiene vista al oeste y la puesta del sol se ve en toda su magnitud durante las cenas que comparte con amigos. En resumen: el departamento está iluminado todo el día y con luz natural. Visualmente, hace el espacio agradable y muy estimulante.

Como el edificio fue construido hace más de 100 años, tiene bastantes acabados en madera, como un número importante de los edificios en Brooklyn: los pisos, los techos. Estructuralmente puede ser inaceptable para la mayoría, pero para Juan Carlos ese le da un toque único al departamento. “Las paredes están un poco torcidas y los pisos hundidos, pero para mí eso le da un valor especial”, afirma. Para este peruano que siempre quiso vivir en Nueva York, eso hace que el espacio se sienta menos rígido y más como una casa.

“La gente vive a prisa y no se da el tiempo para detenerse a pensar cómo hacer para que sus espacios, independientemente del tamaño, se conviertan en verdaderos hogares”, reflexiona Juan Carlos sobre la vida en la ciudad. A él le tomó alrededor de dos años completar la decoración de su depa, que sigue esa intención cálida y acogedora de espacio personal. Se hizo de cada objeto con la idea en mente de que lo compraba para su casa, así que cada adquisición ha sido cuidadosamente elegida con la intención de componer esa atmósfera.

Gran cantidad de piezas del interiorismo son vintage y fueron compradas en tiendas de antigüedades de localidades cercanas a las que Juan Carlos suele viajar con frecuencia. En esos lugares ha conseguido desde vasijas hasta alfombras. Tiene una pieza icónica de diseño que encontró en una de esas visitas a los anticuarios y a la que le tiene mucho cariño: la silla Eames de madera laminada restaurada. Además, a lo largo del piso, es recurrente ver muchas cámaras de fotos antiguas: son objetos con valor sentimental para él, que considera “su legado”.

También hay afiches de películas antiguas colgadas en las paredes, ya que Juan Carlos comparte piso con Ryan Mikel, quien trabaja en la industria del cine. Varias de ellas son originales, como el de la reedición de la película “Grey Gardens” (2015) y “Unmarried Woman” (1979). Buena parte de la estética del depa se debe también al ojo de Ryan.

A diferencia del común de la población que habita esta ciudad, que viven como nómadas de un lugar a otro, Juan Carlos se ve por un largo periodo aquí. En este espacio que ha hecho suyo a través de una decoración con intención, con detalles que significan algo para él, y con la luz como compañía. De hecho, se ve aquí todo el tiempo que sea posible.